terça-feira, 30 de maio de 2017

Padre Rodrigo Molina, el asceta fundador


El jesuita, natural de Pravia, creó en 1967 la asociación Lumen Dei, hoy enfrentada a Roma, y para presidirla tuvo que renunciar a ser miembro de la Compañía de Jesús 

 
Rodrigo Molina, el asceta fundador
Padre Rodrigo Molina, el asceta fundador  
 MULTIMEDIA
J. MORÁN

Una figura enjuta, un corte de pelo estilo cepillo y una sotana gastada. Austeridad y rectitud absolutas. Ascesis sin límites, hasta el punto de rechazar los tratamientos paliativos mientras se moría de cáncer, en 2002. Rodrigo Molina Rodríguez fue praviano, jesuita y fundador de Lumen Dei, la asociación católica que ha saltado a la actualidad a causa de la intervención ejecutada sobre ella por el Vaticano el pasado mayo, con la orden de destitución de todos sus mandatarios y la imposición de un comisario pontificio, el obispo Fernando Sebastián. A día de hoy, Lumen Dei sigue causando controversia. La mayoría de sus miembros, unos 600, han rechazado someterse a la obediencia de dicho comisario.

Hay quienes afirman que dicha desobediencia significa la subversión de aquello que el padre Molina quiso crear en 1967, en Cuzco (Perú). Creó Lumen Dei con tal convicción que, en 1996, puesto en el disparadero de permanecer como jesuita o continuar al frente de su asociación, eligió Lumen Dei. Pero antes de llegar a lo que esa Fundación significó en su vida, Asturias fue su origen y la Compañía, su destino.

Rodrigo Molina Rodríguez nació el 23 de octubre de 1920, en Pravia, hijo de Rodrigo Molina Gil, notario procedente de Andalucía, y de Rita Rodríguez García-Arango, señora de la localidad. El niño recibió el bautizo el 30 de octubre. José Antonio Martínez, estudioso de la historia de Pravia, explica a LA NUEVA ESPAÑA que Rodrigo Molina «nació y vivió junto al colegio de San Luis, en una casa anexa». Ante dicha casa natal acuden ocasionalmente a rezar miembros de Lumen Dei, e «incluso quisieron comprarla, pero no les fue posible». Su padre «llegó a Pravia en los primeros años del siglo XX, y la familia dejó la localidad hacia 1935, para establecerse en Madrid, aunque siguen manteniendo vínculos aquí», agrega Martínez, quien también rememora que «una de sus hermanas entró en religión -se hizo monja-, y dos de sus hermanos se casaron con pravianas».

El hermano más pequeño, Braulio, magistrado jubilado y residente en Madrid, «es con quien más traté, pues era juez en Belmonte y yo actuaba como fiscal sustituto con él», evoca José Antonio Martínez, que se hizo colaborador de Lumen Dei en 2002, al fallecer Molina. «Era una persona absolutamente íntegra y pienso que moriría otra vez del disgusto si viese cómo está su obra en este momento».

El niño Rodrigo Molina inició estudios en el Colegio de Religiosas y de Sacerdotes de Pravia, e ingresó después en el Colegio de la Inmaculada de Gijón, de los jesuitas. A causa de sucesos prerrepublicanos de la época, el centro se traslada provisionalmente a Oviedo, y, después, a Curía (Portugal). Estos años los rememora Juan Jesús Molina, hermano mayor de Rodrigo, también residente en Madrid. Ingeniero de Montes, fue director del Icona para el Norte de España. Tiene 91 años. «Estudiamos en la Inmaculada mis hermanos Fernando y Rodrigo y yo, pero el colegio cerró en diciembre de 1930, bajo el Gobierno Berenguer, cuando el incendio de la iglesia del Sagrado Corazón, y a causa de las turbas; nos fuimos provisionalmente a Oviedo y, después, a Portugal».

Respecto a su hermano, Juan Jesús asegura que «Rodrigo fue siempre número uno en sus estudios, y también número uno en austeridad y rectitud absoluta». Además de Braulio, el pequeño, y Juan Jesús, el mayor, los otros hermanos de Rodrigo Molina son Fernando, ingeniero de montes, experto en el eucaliptus; Gaspar, fiscal; Luis, fiscal, e Isabel, monja jesuitina. Otra hermana, Dolores, murió joven.

Al volver de Portugal, ingresa en el colegio de los jesuitas de Nuestra Señora del Recuerdo, en Chamartín de la Rosa (Madrid), centro que en 1936 se oculta en otro edificio como Academia Cristóbal Colón. Allí cursa el Bachillerato. Su padre fallece en 1939, el mimo año en el que Rodrigo ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús, el 13 de noviembre. También en la Facultad de Chamartín de la Rosa estudia Filosofía.

Después, cursa Teología en la facultad de Granada, de la misma Compañía. Recibió la ordenación sacerdotal el 13 de julio de 1956, en la madrileña casa profesa de los jesuitas, cuyo templo abre sus puertas a la calle de Serrano.

Sin embargo, celebró su primera misa en el Pozo del Tío Raimundo, al que jesuitas como José María de Llanos o el gijonés José María Díez Alegría harían célebre años después. Pasaba así el padre Molina del templo más elitista de la Compañía a la barriada más humilde. Esta preocupación social se comprobaría asimismo cuando los superiores le encargan fundar y dirigir una escuela profesional en Murcia. Cuando, en 1966, el jesuita Ricardo Durand Flórez fue ordenado obispo de Cuzco, el padre Molina fue destinado a la capital peruana como colaborador de la mitra. Allí vio directamente la miseria del pueblo quechua y decidió crear una asociación para servir de puente entre Perú y España, tanto para obtener recursos económicos como espirituales (vocaciones, sacerdotes, colaboradores, etcétera). Nace «el ideal» PRODESA el 10 de julio de 1967, año en el que también viaja a España a buscar misioneros. El matrimonio formado por José Cruz Vicente Letamendía y Rosa María Urras, recién casados, se va con él. La Fundación del padre Molina contará con dos competencias. Primera, «la conversión y la promoción del reino de Dios», mediante la asociación de derecho eclesiástico Lumen Dei. Y, segunda, «la promoción de estructuras y plataformas para facilitar la conversión y la promoción del reino de Dios», mediante la Asociación Benéfico Cristiana de Desarrollo Integral (ABC Prodein), de derecho civil. Este esquema básico registrará después modificaciones. En 1969, Lumen Dei contará con 15 miembros; con 50, en 1975; 109 en 1985; 280 en 1990, y 429 en 1997. En la actualidad suma unos 600 miembros en tres sectores: sacerdotal, mujeres consagradas y matrimonios. Este último número fue superior años atrás, pero la crisis interna de la asociación, que provocó la referida intervención de la Santa Sede, trajo expulsiones y deserciones.

En la cadena de hechos de la Fundación del padre Molina sobresale el día 1 de noviembre de 1996, cuando abandona la Compañía de Jesús. Sus superiores le habían planteado «que era muy difícil compaginar el apostolado propio de la Compañía y mantener al mismo tiempo las responsabilidades sobre Lumen Dei», explicó a este periódico Rafael María Sanz de Diego, profesor de la Universidad de Comillas-ICADE, en Madrid. Al año siguiente, el 25 de mayo de 1997, fue elegido por unanimidad presidente general de la unión Lumen Dei, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento. Le sucedió el avilesino Francisco Javier Mahía Colao.

Un pariente asturiano del padre Molina, que prefiere el anonimato, explica que «su fidelidad al mensaje de San Ignacio de Loyola fue extraordinaria, y, a la vez, su preocupación social, como lo muestra la gran obra en Murcia». Molina ofrecerá en Lumen Dei tandas de los ejercicios espirituales al más puro estilo de San Ignacio. «Quiso crear el Opus Dei del siglo XVI, es decir, seglares guiados por la espiritualidad ignaciana original. Era muy tradicional, con una extremo rigor en su vida, y también muy obediente a la Iglesia; pero, ahora, Lumen Dei no está respondiendo a la Santa Sede ni siquiera como la descarriada Compañía lo hizo obedientemente tras la intervención de Juan Pablo II, en 1981».

«La austeridad y ascesis del padre Molina son casi impensables en nuestros tiempos, pero también le vi actuar con humanidad y comprensión ante pecados muy graves; no sé si sus seguidores le han entendido», concluye este familiar. Rodrigo Molina perteneció al grupo de jesuitas que fundaron o tutelaron nuevas congregaciones en la segunda mitad del siglo XX, todas ellas con perfil tradicional. Como Luis María Mendizábal, que creó la Fraternidad Reparadora Apostólica en el Corazón de Cristo Sacerdote; o Tomas Morales, con los Cruzados y Cruzadas de Santa María; o José Ramón Bidagor Altuna, consejero espiritual de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María; o José María Alba Cereceda, fundador de la Unión Seglar de San Antonio María Claret y la Asociación de la Inmaculada y San Luis Gonzaga. Son hijos de San Ignacio inscritos en el reflujo del posconcilio.

El 28 de abril de 2002, fallecía en Madrid el Padre Molina. Había rechazado medicinas contra el cáncer; sólo quiso los últimos sacramentos.