domingo, 30 de janeiro de 2011

VEN. PIO XII : Por esto el año litúrgico, al que la piedad de la Iglesia alimenta y acompaña, no es una fría e inerte representación de hechos que pertenecen al pasado, o una simple y desnuda revocación de realidades de otros tiempos. Es más bien Cristo mismo, que vive en su Iglesia siempre y que prosigue el camino de inmensa misericordia por El iniciado con piadoso consejo en esta vida mortal, cuando pasó derramando bienes, a fin de poner a las almas humanas en contacto con sus misterios y hacerlas vivir por ellos, misterios que están perennemente presentes y operantes

 
PIO XII
"Mediator Dei"
Sobre la Sagrada Liturgia


5º. Qué es, pues, el ciclo de misterios.
205. Por esto el año litúrgico, al que la piedad de la Iglesia alimenta y acompaña, no es una fría e inerte representación de hechos que pertenecen al pasado, o una simple y desnuda revocación de realidades de otros tiempos. Es más bien Cristo mismo, que vive en su Iglesia siempre y que prosigue el camino de inmensa misericordia por El iniciado con piadoso consejo en esta vida mortal, cuando pasó derramando bienes, a fin de poner a las almas humanas en contacto con sus misterios y hacerlas vivir por ellos, misterios que están perennemente presentes y operantes, no en la forma incierta y nebulosa de que hablan algunos escritores recientes, sino porque, como enseña la doctrina católica y según la sentencia de los doctores de la Iglesia, son ejemplos ilustres de perfección cristiana y fuentes de gracia divina por los méritos y la intercesión del Redentor y porque perduran en nosotros con su efecto, siendo cada uno de ellos, en la manera adecuada a su índole particular, la causa de nuestra salvación.
206. A esto se añade el que la piadosa Madre Iglesia, mientras propone a nuestra contemplación los misterios de Cristo, invoca con sus oraciones aquellos dones sobrenaturales, por medio de los cuales sus hijos se compenetran del espíritu de estos misterios por virtud de Cristo. Por influencia y virtud de El, nosotros podemos, con la colaboración de nuestra voluntad, asimilar la fuerza vital como ramas del árbol, como miembros de la cabeza, y nos podemos, progresiva y laboriosamente, transformar «a la medida de la edad perfecta de Cristo» (Efes. 4, 13).
B) CICLO DE LOS SANTOS
207. En el curso del año litúrgico se celebran no sólo los misterios de Jesucristo, sino también las fiestas de los Santos, en los cuales, aunque se trata de un orden inferior y subordinado, la Iglesia tiene siempre la preocupación de proponer a los fieles ejemplos de santidad que los estimulen a adornarse de las mismas virtudes del Divino Redentor.